Mi pRiMeR viDeoJueGo

Y mientras mis amigos celebran 2 años de matrimonio y la inauguración de la casa propia, yo celebro por fin y después de tantos años la llegada de mi primer videojuego: un SUPER NINTENDO.
La mayoría me dice que “ya eran” y que mejor me hubiese comprado un 64 o un playstation, pero no, a mi me gusta esta gráfica de 2D porque con los otros me mareo (me mareo 10 minutos en micro y no me voy a marear con juegos en 3D)
Bueno, le conté a mi amigo Alonso acerca de mi nueva adquisición y me dijo “uh, me gustaría verte jugar” , en el momento entendí que era porque se burlaría de mi al verme perder a cada instante, pero luego descubrí que esto iba mucho mas allá.
Esta tarde tuve dos jugadores con gran destreza, tanta que iba más allá de sus límites corporales y traspasaba evidentemente la pantalla (por supuesto, cada uno en su propio estilo) y descubrí dos categorías:
Jugador 1: “El Maestro”: Este jugador se relaja y solo se ven movimientos de dedos sobre el control. No hay gestos, emociones ni sentimientos. Pasa las etapas sin problemas.
Jugador 2 : “ El Mutante” : Es aquel que se mimetiza a tal punto con el protagonista, que adopta todos sus movimientos. Experimenta a un ir y venir de emociones…relajado, tenso, relajado, tenso…viene un enemigo en sentido contrario y paf! salta sobre su asiento. Cuando los juegos son de peleas sufren como ataques de electroshock o algo así. Piensan que dibujando el salto con los brazos ayudan al mono a saltar más alto para llegar al otro lado del risco. (pero normalmente pierden y el mono cae al abismo) ¿Ustedes con cuál se identifican?
Yo cuando chica era como el jugador mutante. En ese tiempo, mi primo tenía uno, y siempre que iba a su casa jugaba, claro, lo que lo que alcanzaba porque a pesar tenerlo tirado en un rincón cada vez que iba yo le daban unas ganas inconmensurables de jugar, y al final yo no jugaba nada porque vez que empezaba perdía, me mataban o me caía al abismo en un segundo y él de inmediato reclamaba su turno, o empezaba “¿te la paso? ¿te la paso?”. ¡Qué lata! nunca pude jugar en paz, yo no entendía porque no me dejaba jugando sola y se iba a jugar a la calle como de costumbre, pero no, estaba ahí burlándose y quitándome el control cada vez que podía. Un día se lo pedí prestado y al día siguiente a las 7 de la mañana lo fue a buscar a mi casa…¡imagínense! Eso es lo que les pasa a los niños, se le antoja de inmediato lo que tiene el otro, pero bueno, ahora al fin tengo uno, es todo mio y soy jugador 1:“ La Maestra”, quien no me crea lo desafío, mmm pero ya es un poco tarde, ahora no puedo, llego la hora de ir a…JUGAR!